La ausencia de una lágrima


Una lágrima fue el comienzo y el fin.
Una lágrima que cayó en tu mejilla devastando todo a su paso, 
golpeando con fuerza una vida y
ahuyentando los susurros de un amor ya ausente. 

La lágrima siguió su camino, 
de tu ojo pasó a la mejilla, y de la mejilla a tus labios 
que se negaron a hablar o a gritar. 

Solo eso, solo una lágrima.

Y el dolor.

El dolor que dejó su efecto. 
El dolor de una puerta que se cierra dejando el vacío atrás,
el hueco de una maleta que ya no está en el armario,
y el frío de una cama vacía al final del día. 

El vacío de tu ausencia, el vacío de una vida acabada.  

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