Vías paralelas



Abres periodos de reflexión con cada suspiro.
Vientos huracanados que azotan la vida de los que te rodean, 
que llenan de dudas cada uno de los pliegues del espacio tiempo,
dando vida a universos paralelos en los que todo es igual, 
pero distinto. 

Realidades que se fundamentan en reglas de juegos perdidos, 
aquellos a los que nunca quisimos jugar por miedo, 
por lealtad a normas que se establecieron desde la zona cero,
en instantes en los que el sol ocultaba las nubes que crecían, 
amenazantes, 
por rincones aislados que no sabíamos que existían. 

Incertidumbre sin etiquetas, 
miradas vacías que vienen acompañadas de silencios cargados de significado, 
de excusas que nadie ha pedido, 
pero surgen, 
de gritos sin sentido que se vomitan
de libertades perdidas que se echan de menos
y oportunidades que de repente, no aparecen tan lejanas en el mapa del pasado.

Hace tiempo que desapareció el brillo.
Que las miradas dejaron de cruzarse orientadas por vías paralelas,
sin retorno.
Traqueteo monótono de mercancías que deambulan sin destino,
a las que nadie espera ni desea,
y que con suerte acabarán perdidas para siempre
descoloridas por el paso del tiempo,
esperando,
que uno de los dos descarrile y permita que el sol salga de nuevo.

Pálido pero esperanzado,
herido en el centro de un alma de nuevo ilusionada.
Atalaya desde la que, con ojos entornados, vuelvo el rostro al este,
anhelando los reflejos purificadores que emergen de la nada cada mañana,
y que marcan un comienzo que ya no pensaba que merecía.

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