Soledad gramatical


Sonríe, siempre ha sido una palabra complicada a la que nunca supieron cómo catalogar.
Infancia con responsabilidad cargada a su espalda,
significado inequívoco de poderosas consecuencias heredadas,
mientras el paso del tiempo la hacía elegir entre vivir o servir.

Sonríe, creció.
Alejada del resto de palabras a las que acompañaba,
llenaba los huecos libres con malsana soledad
esperando la confirmación de que el contexto le estaba jugando una mala pasada.

El golpe fue duro.
Semblante serio, dejadez y mirada al suelo,
espacios que en pocas semanas pasaban al doble interlineado
abriendo abismos insalvables de imposible conjugado.

Sonríe, levantó tarde la cabeza,
justo cuando Amor, Familia y Recuerdos decidieron pasarse al otro lado,
dejándola sola.
Rompiendo enlaces que nunca antes habían fallado,
pero que demostraban que hay palabras que prefieren ahogarse a vivir fuera de la norma.
Palabras que sienten vértigo cuando se acercan al filo de la gramática.

Sonríe, acabó marchándose.
Se cansó de buscar una palabra que definiera lo que de verdad sentía,
porque los sinónimos se parecían demasiado a los que le dieron la espalda,
y los antónimos... qué decir de ellos que siempre buscan lo contrario a lo que uno quiere.
Se acabó el tiempo para los hiatos que separaban su vida,
que le decían que era un imposible ser bisílaba,
que se empeñaban en encorsetarla en asonantes rimas,
y que alzaban muros alrededor de sueños a los que nunca debió poner barreras.

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