Escenario para un cobarde
Camina con la cabeza agachada,
las manos en los bolsillos,
el paso acelerado
y la mente perdida.
La triste lluvia golpeándole,
una lluvia que ensucia,
que corrompe a la vez que empapa,
camuflando lágrimas que nunca debieron aparecer.
Camina porque huye,
porque mirar atrás siempre duele,
porque la lluvia es buen escenario para los cobardes,
para aquellos que nunca miran al frente,
para los que no quieren ser vistos
y las calles vacías les sirven de escondite.
Pero a veces caminar no es suficiente,
por eso empieza a correr,
hasta que las lágrimas se vuelven saladas al mezclase con la lluvia,
Las calles entonces desaparecen,
cientos de ventanas llenas de figuras difusas,
que dejan de ser humanas y se convierten en garabatos sin sentido.
Es más fácil ocultar la vergüenza si no ves,
si no hay nadie que te juzgue,
si pasas volando al lado de personas que no te distinguen,
si el fuego abrasa tus pulmones exprimiendo tu último aliento.
Pero aunque corre nunca llega al final,
nunca aparece el ansiado acantilado al que lanzarse
y volar.
Carrera sin sentido en la que supera esquina tras esquina,
esquivando rostros que le empiezan a mirar,
que le comienzan a juzgar.
Comete el error de mirar atrás,
los cobardes siempre lo acaban haciendo,
y lo que ve le asusta,
le hace sentir el frío metal de una guadaña,
esa de la que huía sin sentido,
esa que le acaba juzgando,
esa que pone fin a su huida.
Solo queda la lluvia,
la fría y solitaria calle,
el escenario perfecto para los cobardes.



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