Humanidad desprendida


Camina por la Gran Vía, 
paraíso del rockero venido a menos,
y que enfundado en su chaqueta de cuero desgastada,
refleja una vida de excesos de copas y baños oscuros.

Grandes muros de piedra a ambos lados, 
ocultando la miseria que a este y oeste se empeña en marchitar
la flor silvestre que años de historia ha germinado.

Muros que ejercen de redil, 
en el que miles de cabezas no se ven, no se hablan, 
no se abrazan, ni se entienden, 
porque solo hay espacio para seguir al rebaño, 
todos en la misma dirección, 
hacia un matadero de luces que ciegan el alma y despiertan los sentidos.  

Una masa ingente con una sola respiración,
un solo latido que se oculta en el griterío, 
y una humanidad que va desapareciendo, desprendiéndose,  
como un adhesivo gastado
que desde una de sus esquinas se retuerce con la idea de acabar emancipado. 

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