Adiós

Después de todo lo que nos dijimos,
no había más verdad que la que reflejaban tus ojos llorosos,
ni mejor solución que la distancia y el olvido.

Atrás quedaron el amor y los locos sentimientos;
y de aquellas risas y confidencias al oído,
ya solo queda el susurro que mece el viento.

No distingo entre el brusco portazo y el dulce renacer,
y al igual que los rayos del sol se filtran traviesos en un día nublado,
ver tu caminar calle abajo,
me enfrentó a la certeza, de que esta vez sí había llegado el final.

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